El papa Benedicto XVI fue homenajeado el domingo en el primer aniversario de su muerte, con elogios del papa Francisco por su “amor y sabiduría” y expresiones de esperanza del secretario privado de Benedicto de que algún día sea canonizado.
En declaraciones al concluir su bendición del mediodía, Francisco dijo que los fieles sienten “tanto amor, tanta gratitud, tanta admiración” por Benedicto. Elogió el “amor y la sabiduría” con los que el pontífice de origen alemán condujo a la Iglesia, y solicitó una ronda de aplausos en su honor a los peregrinos y turistas reunidos en la Plaza de San Pedro.
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Horas antes, el secretario de Benedicto durante largo tiempo, el arzobispo Georg Gäenswein, celebró una misa especial en la basílica y luego participó en un evento por el aniversario para reflexionar sobre su legado.
En declaraciones al margen del evento, Gäenswein reconoció que hubo polémica en torno al retiro de Benedicto en el Vaticano junto a Francisco, pero dijo que sería olvidada en favor de la sustancia de su ministerio y sus últimas palabras: “Señor, te amo”.
La historia, dijo Gäenswein, juzgará a Benedicto como un “gran teólogo, una persona muy sencilla y un hombre de fe profunda”.
Francisco elogió frecuentemente la decisión de Benedicto de retirarse, considerándola “valiente”, y dijo que él podría hacer algo similar. Pero ahora que Benedicto ha muerto, Francisco ha reafirmado que en general el papado es un trabajo vitalicio, y ha surgido un consenso de que la realidad sin precedentes de tener a dos papas viviendo lado a lado en el Vaticano generó problemas que deben ser atendidos antes de que cualquier pontífice futuro decida renunciar.
Benedicto fue un teólogo conservador renombrado que pasó un cuarto de siglo al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en la actualidad llamada dicasterio, dedicado a vigilar la integridad de la doctrina católica, y sigue siendo un punto de referencia para los conservadores y tradicionalistas, los cuales han incrementado sus críticas a Francisco desde el año en que murió. Por su parte, se ha visto que Francisco se ha sentido más libre de imponer su visión progresista de una Iglesia reformada ahora que ya no se encuentra bajo la sombra de Benedicto.
“Oro para que él sea santo”, declaró Gäenswein, a quien Francisco exilió a su natal Alemania poco después del fallecimiento de Benedicto. “Deseo que sea santo, y estoy convencido de que será un santo”.