PALESTINA - Mediadores estadounidenses y árabes dicen estar cerca de un acuerdo para detener la guerra en Gaza y liberar a los rehenes capturados por Hamás en su ataque del 7 de octubre, pero las conversaciones se han alargado durante meses, con varios momentos de falsa esperanza.
Las negociaciones adquirieron una nueva urgencia cuando Irán y la milicia libanesa Hezbollah prometieron vengar los asesinatos de dos milicianos de alto nivel en operaciones atribuidas a Israel, lo que incrementó el temor a una guerra más amplia y devastadora.
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Autoridades estadounidenses e israelíes expresaron un cauto optimismo tras dos días de conversaciones en Qatar la semana pasada, en las que los mediadores propusieron un texto intermedio. Pero Hamás ha dicho que el documento presentaba problemas graves y es diferente de versiones anteriores que había aceptado en su mayor parte. Israel también expresó sus reservas y dijo que había concesiones que no estaba dispuesta a aceptar.
El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, está de vuelta en la región y tiene previsto reunirse el lunes con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Israel envió una delegación a El Cairo el domingo y se esperaba que los mediadores celebraran otra ronda de diálogo de alto nivel con Israel en Egipto esta semana.
Así es como están las cosas:
Un cese al fuego detendría la guerra más letal que jamás han librado israelíes y palestinos, un conflicto que ha desestabilizado Oriente Medio y provocado protestas en todo el mundo.
La ofensiva israelí ha matado a más de 40,000 palestinos en Gaza, según funcionarios locales de salud, que no identifican cuántos eran milicianos. La gran mayoría de la población se ha visto desplazada, a menudo en varias ocasiones. Cientos de personas están hacinadas en precarios campamentos de carpas, el sector de salud ha colapsado en gran parte y barrios enteros han sido pulverizados.
Los milicianos liderados por Hamás el 7 de octubre mataron a unas 1,200 personas, en su mayoría civiles, y tomaron unos 250 rehenes. Unos 110 rehenes siguen en Gaza, y las autoridades israelíes estiman que en torno a un tercio han muerto. Más de 100 rehenes fueron liberados durante un cese el fuego de una semana en noviembre.
La milicia libanesa Hezbollah ha lanzado drones y cohetes a Israel de forma casi diaria desde que comenzó la guerra e Israel ha respondido con ataques aéreos y artillería. La violencia ha escalado, lo que obligó a decenas de miles de personas a huir de sus hogares a ambos lados de la frontera.
Hezbollah ha prometido un ataque aún más grave, sin decir cuándo ni cómo, en respuesta al asesinato el mes pasado de Fouad Shukur, uno de sus principales comandantes, en un ataque aéreo en Beirut.
Otros grupos con apoyo iraní en Siria, Irak y Yemen han atacado objetivos israelíes, estadounidenses e internacionales en solidaridad con los palestinos. Irán e Israel cruzaron fuego directamente en abril y muchos temen una repetición si Irán cumple su amenaza de vengar el asesinato del líder de Hamás Ismail Haniyeh en una explosión en Teherán que se ha atribuido a Israel.
Hezbollah ha dicho que detendrá sus operaciones a lo largo de su frontera si la calma llega a Gaza. Un cese el fuego también podría persuadir a Hezbollah e Irán de que eviten tomar represalias contra Israel, al menos de forma temporal, para evitar aparecer como los que arruinan la tregua.
Los dos bandos han trabajado sobre una propuesta de tres fases en la que Hamás entregaría a todos los rehenes a cambio de la liberación de prisioneros palestinos, una retirada israelí de Gaza y un cese al fuego duradero.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, apoyó el plan en un discurso el 31 de mayo, y el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas lo aprobó poco después. Pero desde entonces, Hamás ha propuesto “enmiendas” e Israel ha pedido “aclaraciones”, y ambas partes acusan al otro bando de hacer nuevas demandas que no pueden aceptar.
Hamás quiere garantías de que Israel no reanudará la guerra tras la liberación de la primera ronda de rehenes, unos 30 de los más vulnerables. Israel quiere asegurarse de que las negociaciones no se atascan de forma indefinida en la segunda fase, en la que se liberaría a los rehenes que sigan con vida, incluidos soldados varones.
Netanyahu también ha exigido en las últimas semanas que Israel mantenga una presencia militar en la frontera entre Gaza y Egipto para impedir el contrabando de armas y en una línea que cruza el territorio de este a oeste para poder registrar a los palestinos que regresan a sus casas en el norte y asegurarse de que los milicianos no vuelven a la zona.
Israel niega que las demandas sean nuevas, pero no aparecían ni en el discurso de Biden ni en la resolución de Naciones Unidas, que hablaba de una retirada completa. Otros asuntos pendientes son la selección de los prisioneros palestinos a liberar y si serían enviados al exilio.
Cualquier acuerdo tendría que ser aceptado por Netanyahu y Yahya Sinwar, que ayudó a planear el ataque del 7 de octubre y se convirtió en el líder general de Hamás tras el asesinato de Haniyeh.
Netanyahu enfrenta una intensa presión de familiares de los rehenes y buena parte de la población israelí para que llegue a un acuerdo que les lleve a casa. Pero los líderes de ultraderecha de su coalición han amenazado con hacer caer el gobierno si cede demasiado, lo que forzaría elecciones anticipadas y podría sacarle del poder.
Sinwar, por su parte, está escondido en Gaza, probablemente dentro de la amplia red de túneles de Hamás, y ha mantenido una posición dura en las negociaciones. También lidera la lista de más buscados de Israel, lo que plantea dudas sobre qué ocurriría si es asesinado.
En el pasado, los negociadores de Hamás han tardado varios días en enviar propuestas a Sinwar y recibir su respuesta. Eso implica que incluso cuando se haya conseguido una nueva propuesta, probablemente Hamás tomaría una semana o más en responder oficialmente.
Los palestinos en Gaza dicen que están agotados y desesperados por un cese el fuego. Cuando Hamás aceptó una propuesta anterior en mayo se produjeron protestas espontáneas, pero esas esperanzas no tardaron en desvanecerse.
Grupos humanitarios han pedido un cese el fuego desde el inicio de la guerra y dicen que es la única forma de garantizar que alimentos y ayuda humanitaria que se necesitan con desesperación lleguen a Gaza. Los expertos han advertido de la hambruna y la aparición de enfermedades como la polio si la guerra se alarga. Incluso si los combates terminaran mañana, Naciones Unidas ha dicho que reconstruir Gaza tomaría más de una década y decenas de miles de millones de dólares.
En Israel, donde muchos siguen profundamente traumatizados por el ataque del 7 de octubre, hay un apoyo generalizado a la guerra y escasa empatía con los palestinos.
Pero la situación de los rehenes ha movilizado protestas masivas que piden un acuerdo para llevarles a casa y el final del gobierno de Netanyahu, al que muchos culpan de los fallos de seguridad e inteligencia que permitieron que se produjera el ataque.