SAN DIEGO –Cerca de 2,000 millas de frontera entre Estados Unidos y México divide no solo dos países, para muchos es una barrera entre una vida digna y la miseria, entre la libertad y la extorsión.
Para muchos otros, el buscar cruzar esa frontera ha significado el fin de sus días. Muchos han muerto en el intento viendo que la frontera no fue el principio sino el final.
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En la frontera entre San Diego y Tijuana en San Ysidro se han quedado ahogados los sueños de una mejor vida, en donde termina un país y empieza otro, lugar en donde han quedado ahogados sueños de una mejor vida, sueños que han convertido a miles de migrantes en la perfecta carnada de los traficantes.
Rafael Hernández o mejor conocido como “Don Rafa” ha dedicado su vida a rescatar del desierto o las montañas a los miles de migrantes que desaparecen en la frontera.
“¡Rolando!”, grita. “Desafortunadamente estamos en una zona de guerra”.
Ya sea por el desierto, dentro de cajuelas o encerrados por horas en condiciones inhumanas, migrantes han sido encontrados intentando cruzar la frontera en Texas, California y Arizona.
Según Ángel Moreno, agente de la Patrulla Fronteriza, estos cruces cada vez son más peligrosos.
“Estamos viendo que organizaciones criminales están operando de forma descarada”, dice Moreno. Y es que recientemente un niño de 2 años fue arrojado desde lo alto de la barda fronteriza entre San Diego y Tijuana.
“Los contrabandistas están utilizando a niños como carnada”, dice Moreno.
El océano Pacífico se ha convertido en otra ruta para el tráfico de humanos.
“Mandan una panga llena de personas y mandan múltiples pangas llenas de narcóticos”.
De acuerdo con dados de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), en lo que va del año fiscal 2021, el cual inicio en el mes de octubre, en el sector San Diego, se ha registrado un aumento del 90% en contrabando marítimo en comparación con el año anterior y casi tres veces más desde el 2018.
Mientras que en Texas la cruda realidad de la inmigración ilegal la vivió una madre guatemalteca hace unas semanas al ver ahogarse a su niña de 9 años en el Río Bravo.
Según Everard Mead, professor de Ciencias Políticas de USD, las familias centroamericanas “están huyendo crisis muy graves de seguridad, condiciones sanitarias y desastres naturales”.
Huyen para evitar morir en sus países. Luchan por sobrevivir, pero no siempre lo consiguen.
“Varias docenas de niños muriendo en la frontera y creo habrá más en la mitad del año fiscal”, asegura Mead.
Según CBP en tan solo cinco meses de 2021, 115 migrantes fallecieron en el desierto de Texas o en las montañas de Arizona.
Mientras tanto la labor de Don Rafa, de Ángeles del Desierto no termina: “seguimos buscando aquí pero no hay suerte”.
En el 2020, 248 migrantes fallecieron en el intento de llegar al norte. Su sueño se evaporó en Arizona, Texas y California.
Don Rafa teme que este 2021 sea el más mortal de los 25 años que lleva como rescatista de migrantes en las zonas de más difícil acceso a lo largo de la frontera.
“Ahorita tengo la llamada de una niña de 12 años que me pide le encuentre a su mamá”, dice.
“Se siente horrible escuchar el llanto de una criatura”. “Lo más probable es que solo encontremos sus restos”
Tan solo la semana pasada el cuerpo de un migrante fue localizado en el área de Otay Mesa quien al parecer cayó desde 30 pies de altura en su intento por brincar la barda fronteriza que divide a Tijuana y San Diego y cerca de ahí fue localizado otro cadáver.
El domingo 2 de mayo a plena luz del día el sueño americano de 32 migrantes se ahogó en el océano Pacífico tras un fallido contrabando de humanos en San Diego. Tres personas perdieron la vida y 29 migrantes sobrevivieron, en su mayoría de origen mexicano quienes fueron rápidamente deportados.
Según Meade, mientras no exista una reforma migratoria, se continuará incentivando a cruzar de forma peligrosa en regiones silvestres, por el desierto o río.
Mientras tanto son los contrabandistas los que ganen entre $5,000 y $16,000 por persona bajo engaños de que el cruce será fácil y libre de peligro.
Hace solo unas semanas vimos que ni una barda fronteriza de acero detiene a los polleros o coyotes como vimos en el trágico accidente de Holtville donde 13 migrantes fallecieron como resultado de uno de los más trágicos intentos fallidos de tráfico de humanos, que mostró una vez más que a para los delincuentes, los migrantes no son humanos sino dólares.