OKLAHOMA CITY, Oklahoma - Oklahoma ejecutó el jueves a un hombre por el asesinato en 1996 de una estudiante de danza de la Universidad de Oklahoma, en un caso no resuelto durante años hasta que se comparó el ADN del lugar del crimen con el de un hombre que purgaba una condena por robo, y que se declaró inocente hasta el final.
Anthony Sanchez, de 44 años, fue declarado muerto a las 10:19 am tras la inyección de tres drogas en la penitenciaría estatal de Oklahoma en McAlester.
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Aunque insistió en que no tuvo nada que ver con el asesinato de Juli Busken, de 21 años, optó por no presentar un pedido de clemencia a la Junta de Indultos y Libertad Condicional, que muchos consideraban su última oportunidad de salvar su vida.
“Soy inocente”, dijo Sánchez cuando lo sujetaban a una camilla en la cámara de ejecución. “No maté a nadie”.
Sánchez criticó a sus abogados y agradeció a la gente que lo apoyó, entre ellos su consejero espiritual, que estuvo con él en la cámara, y al grupo activista contra la pena de muerte Death Penalty Action.
Las drogas letales, empezando por el sedante midazolam, fueron inyectadas a partir de las 10:08.
Durante la ejecución, un miembro del equipo de verdugos entró a la cámara para ajustar un monitor de oxígeno que según las autoridades de la prisión había sufrido un desperfecto.
Poco antes de la ejecución, la Corte Suprema rechazó un pedido de aplazamiento presentado por su nuevo abogado, Eric Allen, quien dijo que necesitaba más tiempo para estudiar las pruebas.
Sánchez fue condenado por violar y asesinar a Busken, quien acababa de finalizar su último semestre en la universidad cuando la secuestraron el 20 de diciembre de 1996 en el estacionamiento del edificio de apartamentos donde residía en la población de Norman.
Su cuerpo fue hallado esa noche cerca del lago Stanley Draper en Oklahoma City. La habían atado, violado y matado de un disparo a la cabeza.
Busken había bailado en varias funciones en la universidad, y el Colegio de Bellas Artes instituyó una beca en su nombre.