Miguel Solorio no puede dejar de sonreír tras un sin número de bendiciones que han llegado recientemente a su vida.
Pasó 25 años en prisión por un asesinato que no cometió pero un juez lo exoneró y ordenó su liberación a principios de este mes después que los fiscales coincidieran en que había sido condenado erróneamente.
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Solorio, de 44 años, fue arrestado en 1998 por un tiroteo mortal desde un vehículo en Whittier, al sureste de Los Ángeles, y finalmente sentenciado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.
Sin embargo, aún recuerda cómo los oficiales lo arrestaron cuando tan solo tenía 19 años.
“En diciembre, tres días después se vinieron conmigo y me dijeron que si hice eso y les dije, que no”, recuerda Solorio. “¿Que pasaba? Yo estaba con mi novia en otra ciudad”.
Tras la sentencia, su familia cuenta que lo apoyó en cada momento y lo motivó a seguir luchando por su inocencia.
EEUU
“Mi mamá agarró unos abogados y después otros y nadie ayudaba” cuenta su hermana, Sandra Solorio. “Mi hermano enviaba cartas a Proyectos de Inocentes [Innocent Project ] y allí mi hermano me dijo que me iban a ayudar”.
La organización sin fines de lucro Northern California Innocence Project reveló que la condena de Solorio fue por el mal uso de evidencia de testigos y testimonios falsos.
Durante el juicio un investigador falsificó su testimonio indicando que la esposa de Solorio, quien era su novia en ese momento, se negó a presentar información relevante.
Ellos dicen que el fiscal sabía del error y nunca lo corrigió.
“Este día finalmente llegó”
El juez del Tribunal Superior William Ryan anuló la condena de Solorio durante una audiencia judicial en Los Ángeles a la que Solorio asistió de forma remota.
Cuando concluyó la audiencia, Solorio agradeció a sus abogados del Northern California Innocence Project, refiriéndose a ellos como su “equipo de ensueño”.
“Es como un sueño del que no quiero despertar”, dijo. “Este día finalmente llegó”.
Los abogados que solicitaron la liberación de Solorio argumentaron que su condena se basó en prácticas defectuosas de identificación de testigos presenciales.
En una carta del mes pasado, la Fiscalía de Distrito de Los Ángeles dijo que había llegado a la conclusión “confiada y definitiva” de que Solorio tenía derecho a ser liberado.
Sus abogados dijeron que el caso contra Solorio se basó en gran medida en un método ahora desacreditado de identificar a un sospechoso que resulta en contaminar la memoria de los testigos al mostrar repetidamente fotos de la misma persona una y otra vez.
En el caso de Solorio, antes de que apareciera en las noticias, cuatro testigos que mostraron su fotografía no lo identificaron como el sospechoso, y algunos incluso señalaron a una persona diferente. Pero en lugar de seguir otras pistas, las autoridades continuaron presentando a los testigos fotografías de Solorio hasta que algunos de ellos finalmente lo identificaron, dijeron sus abogados.
“Este caso es un ejemplo trágico de lo que sucede cuando los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley desarrollan una visión de túnel en su persecución de un sospechoso”, dijo Sarah Pace, abogada del Proyecto Inocencia del Norte de California de la Facultad de Derecho de la Universidad de Santa Clara.
“Una vez que un testigo mencionó el nombre de Solorio, los agentes del orden se concentraron sólo en él, ignorando otras pruebas y posibles sospechosos, y anteponiendo su propio juicio sobre culpabilidad o inocencia a los hechos”.
La carta del fiscal de distrito señaló que “en 2020 surgió un nuevo consenso científico documentable de que la memoria de un testigo de un sospechoso debe probarse solo una vez, ya que incluso la prueba en sí contamina la memoria del testigo”.
Una vida que recuperar
Solorio fue liberado el 9 de noviembre. Señala que el tiempo que pasó tras las rejas fue una pesadilla para él y no lo puede recuperar.
“Fue difícil, no [fue] fácil, pero me mantuve a flote por la novia, por mi familia y es por eso que estoy aquí hoy”, dice Solorio.
“Estoy decepcionado pero no guardo rencor”, dijo, resaltando que “toma un día a la vez” para seguir con su vida.
Afirma que su vida fuera de la cárcel está llena de sorpresas, como aprender a usar un teléfono celular y salir de compras.
“Estaba mirando tenis y unos sentimientos muy tristes me llegaron como que quería llorar porque no creía que podía comprar zapatos”, dice Solorio. “Quería llorar pero no quería llorar en frente de la gente”.
Pero su sorpresa más grande, según él, será el día que conozca a los gemelos que su novia esperaba cuando fue arrestado y que lo convirtieron en abuelo.
“Quiero darles un gran abrazo y decirles que todo va a estar bien”, dice Solorio.
Los planes de Solorio incluyen terminar la universidad y obtener su título para lograr su sueño de iniciar un negocio.
Pero, por ahora quiere centrarse en disfrutar de las vacaciones con su familia para recuperar el tiempo perdido.